sábado, 24 de julio de 2010

Crítica "Los reyes de la risa" con Alfredo Alcón y Guillermo Francella


Por Mariana Fracassi Lazzarini

Calificación: Muy buena.


Se excusa haciendo saber que no ha hecho tantas obras de Shakespeare, renegando del mote de “actor shakespiriano”. Es cierto, pero también que su carrera ha sido perfilada principalmente por clásicos, desde aquel Hamlet de sus años mozos, llevado a cartel antes que naciera quien escribe, hasta el Rey Lear del año pasado. Don Alfredo Alcón se forjó el título de primer actor nacional a base de interpretaciones memorables de grandes obras, aunque no exclusivamente del autor inglés. Salvo un programa de televisión escrito por Norma Aleandro y su participación en el film “Cohen vs Rossi”, el público no lo ha visto transitando el humor, y ese es el gran atractivo de la puesta. Alcón compone un anciano entrañable y se mueve como pez en el agua con los pasos de comedia que la obra propone. Es de aplaudir el que el actor asumiera el riesgo de probar la otra careta, luego de tantos años de indiscutible reinado en el drama. Guillermo Francella, gran capo cómico, no se muestra con la presencia que le vimos en otras obras; cuida muy bien de no opacar en ningún momento al consagrado actor, aunque no por esto su intervención esta deslucida o pierde efectividad. Todo lo contrario, gana en matices, sobre todo en el en la segunda mitad de la obra que trata del reencuentro de un dúo cómico después de muchos años de distanciamiento por asuntos personales. Los artistas se odian y la televisión busca reunirlos para un especial en su honor. La obra resulta convincente, aunque no tiene el brillo de otras piezas de Neil Simon. Los acompaña Peto Menahem quien maneja con gran soltura el género. Entre los rubros técnicos el que más impresiona al público es el diseño de escenografía realizado por Alberto Negrín, trabajada según indica el programa de mano, como “homenaje a la historia del teatro cómico y sus artistas, con un trazo de diseños del pasado” (…) utilizando “el recurso técnico de los teatros de caja a la italiana para cambios rápidos de decorados, sin necesidad de bajar o elevar telón en las rupturas de espacios”. Este sistema de grandes cuerpos escenográficos móviles actualmente es poco frecuente, reservándose su uso casi exclusivamente a grandes musicales y algunas puestas de ópera, traerlo de nueva cuenta, en una puesta que trata justamente de grandes cómicos del pasado, resulta muy acertado y atractivo. Los demás rubros técnicos son correctos pero el libro no les posibilita mayor protagonismo. El director Daniel Varonese maneja bien los elementos y artistas con los que cuenta, pero no puedo dejar de pensar qué hubiera sido de esta puesta con la dirección de Antonio Gasalla, quién no sólo tiene mayor dominio del humor, sino que no le intimidaría el cabeza de elenco (El único problema que hoy día tiene Alfredo Alcón es que muchos directores se anulan con su presencia). Más allá de la producción impecable y de un libro de calidad, Alfredo Alcón es el gran atractivo y sostén de la obra. Verlo siempre es un placer, al que se suma la novedad de encontrarlo en comedia, es realmente maravillloso, no hay que perdérselo.

Ver detalles de la obra aquí

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