Por Mariana Fracassi Lazzarini
Calificación: Muy buena. Un clásico de Disney que repite en la escena porteña. En medios de decorados y vestuarios de ensueño los personajes hacen soñar a niños, adolescentes, jóvenes y adultos. El emporio de entretenimiento norteamericano no pierde detalle y permite distintos niveles de atención, al mismo tiempo que da contenidos para diferentes públicos. Es admirable que haya gags que pasen desapercibidos para público de una determinada edad y sean festejados por público de otra, haciendo que al final de la obra todos salgan satisfechos y fascinados. La moraleja es sencilla, se busca más entretener manteniendo siempre atenta la admiración que cualquier otra cosa. Y se logra buenos resultados. Como en toda puesta norteamericana, los artistas pierden un poco de su propia identidad para amoldarse al esquema férreo que la producción impone, algo que ni siquiera es advertido por el público general quienes “compran el producto final”. De cualquier modo, es una puesta que funciona muy bien para entretener a la familia, un lugar común entre todos los miembros, ideal para una salida conjunta.
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