viernes, 23 de enero de 2015

El disparo al fiscal Nisman mató la ingenuidad argentina.


Bienvenidos al mundo real: PERDIMOS LA REPÙBLICA.
 
Fiscal Alberto Nisman
Menem aseguró que nadie muere en las vísperas, pero en la era K el menemismo es juego de niños y cuando todo el país estaba ansioso esperando que el fiscal Nismam se presentara en el Congreso para hacerle saber, en secreto, a los diputados nacionales por qué había pedido indagatoria a la señora presidente por la causa que investigaba del encubrimiento del atentado a la AMIA, quienes nos quedamos esa madrugada despiertos, recibimos la cachetada del “suicidio” del hombre con las pelotas mejor puestas que había en el territorio nacional.
 
Lo mataron. Aunque el aparato kirchnerista se haya apurado a salir a hablar de “suicidio”, a atacar al muerto, y hasta victimizarse, ya no queda cuota de ingenuidad ciudadana: al fiscal lo mataron para callarlo. De esto no hay duda. En todo caso queda investigar quien fue, si el gobierno o el terrorismo internacional, aunque en lo personal dudo mucho que a los iraníes le importe demasiado lo que pueda hacer un fiscal en una republiqueta que queda en el fin del mundo, pero bueno, es una posibilidad…
Esa bala no mató sólo al fiscal, algo cambio con su muerte, la calle no es la misma. En la manifestación de Plaza de Mayo los ánimos no eran los de siempre. Rebasado el límite de la indignación, lo que se sentía era bronca. Dos ejemplos de ello: varios carteles ofensivos y por primera vez he visto gente pisar el césped. Un detalle que parece vano, pero no lo es. En las manifestaciones del gobierno no se respeta el espacio público: la gente deja basura en las calles, pisa el césped, se cuelga de los árboles, incluso cocina alimentos en improvisadas parrillas en las veredas. En cambio en las manifestaciones de la oposición siempre, hasta esta última, la gente tiraba sus botellitas de gaseosa y demás residuos en los basureros o se los llevaba, dejando las calles limpias; los espacios verdes se respetaban como santuarios, se mantenían las distancias entre personas permitiendo el tránsito, etc.
En cuanto a los carteles, la prudencia siempre ha sido la norma, y aquellos que portaban leyendas “desubicadas” eran cortésmente aislados. Pero la bronca por la muerte del fiscal quebró ese código tácito. A quienes pensamos diferentes, el gobiernos no le basta con ningunerarnos, con amenazarnos vía cadena nacional, con atosigarnos con la AFIP, con amedrentarnos con leyes como la Antiterrorismo (¡Vaya cinismo, cuando salta de la investigación del fiscal Nisman que es la propia CFK la que esta culo y calzoncillo con terroristas iraníes!), no les basta con callar nuestra voz con la persecución a la prensa que no le es favorable, y demás hijaputeces propias de la década robada, AHORA SI LES JODEMOS, NOS MATAN.
Mi cartel, publicado por los medios
Pero como reza el cartel que porte en la última manifestación: NO PUEDEN “SUICIDARNOS” A TODOS. Así que en todo el país salimos a las calles, los ciudadanos de a pie, sin líderes políticos, aunque varios, en calidad de ciudadanos, se hayan sumado a la manifestación. Nota aparte el oportunista de Sergio Massa (cínico kichrnerista disfrazado de opositor para poder realizar el sueño del pibe de ser presidente) que anda como viuda del finado y hasta se ha arrogado la potestad de defender al fiscal y delire con ser querellante en la causa (¡Carajo, que no hay límite para la hijaputes humana!)
El ambiente en la Plaza mayor de la República no era el de siempre, con la muerte del fiscal se rebaso un límite que no puede tolerarse, ya no por temor a no ser Venezuela, sino con el dolor de despabilarnos de que aquí es peor. Allá a los miembros del poder judicial que se les atreven los meten preso “in eternum”, aquí tan nerviosa se puso la doctora que los K ni amagaron destituir al fiscal como pretendieron hacer con José María Campagnoli, como bestias apelaron a lo más bajo: la muerte.
Por primera vez la gente de a pie forcejeo contra las vallas. Esas con las que el kirnerismo enrejó la República. Hasta en los peores tiempos de la dictadura militar el ciudadano se podía manifestar, prueba de ello son las Madres de Plaza de Mayo, cuyo único requisito era que debían “circular”, razón por la cual caminaban alrededor de la Pirámide de Mayo. Pero desde que Néstor Kirchner llegó al poder todos los edificios del gobierno nacional empezaron a enrejarse y tener vallas “por si las dudas”. La Plaza de Mayo, escenario de manifestaciones populares desde el mítico 25 de Mayo de 1810, no sólo vio florecer rejas que protegen la Casa Rosada (¿De quien…?) sino que tiene varios cordones de seguridad. El más cercano es una valla en medio de la Plaza. Éstas se encuentran siempre en posición, y se complementan con otras que se mantienen en las veredas de modo tal de cerrar las calles y así formar un segundo círculo que cierra completamente Casa de Gobierno por la plaza, las calles laterales (asistidas por las flameantes rejas del Ministerio de Economía) y el bajo. No suficiente con esto, el kirnerismo diseminó vallas en las calles a una cuadra de la Rosada, de manera tal de cerrar los accesos y crear un tercer círculo de seguridad. Pero eso no es todo, hay otras vallas más alejadas que cortan las principales vías, y en la época de Néstor Kirchner, cuando el enojo popular no era tan fuerte y por ende no se evidenciaba tanto el autoritarismo gubernamental, era usual que directamente se corten los accesos a Capital, sobre todo los del sur, tan cercanos a Casa Rosada evitando así el ingreso de columnas de manifestantes.
Durante el primer gobierno K me sorprendió un par de veces el cierre de Plaza de Mayo, y recuerdo una oportunidad en la que cruzaba despistada y de pronto un oficial de la montada me pegó un grito e indicó cual era el único acceso que permanecía abierto, para poder salir. Lo hice cuando empezaban detonarse las primeras bombas de estruendo de los manifestantes y los primeros gases pimientas de la Federal.
Foto que tomé el 19 de enero en la Plaza de Mayo
Durante la última manifestación, la de Nismam, los manifestantes no éramos de los que llevan palos, su rostro tapado y bombas de estruendos. Todos a cara descubierta, sólo nos armamos de coraje y en las manos cargábamos banderas argentinas en duelo y pequeñas pancartas. Aunque en varias de ellas, y por primera vez, leí frases como “Néstor, CFK te extraña, VENÍ A BUSCARLA”. Y como nobleza obliga, debo decir que el reverso de la mía dice: “CFK asesina. No te tenemos miedo”. El slogan “CFK asesina” junto al convocante “Yo soy/Todos somos Nisman” fue de los más populares. Se cantó el Himno Nacional y los típicos estribillos anti K como "Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura de los K" y se gritó reiteradamente "Nisman, ¡presente!".
 
El 19 de enero fue la primera vez que sentí miedo en la Plaza. Muchos manifestantes estaban exaltados, no bastó golpear las vayas o cantar consignas contra la Cínica Mayor, al forcejeo siguió la captura de algunas vayas que fueron alejadas sin mayor consecuencia ya que detrás de ellas había una línea de efectivos de la Federal fuertemente equipados. La respuesta del gobierno fueron tiros de goma al aire y gas pimienta. Un camión hidrante esperaba entrar en acción.

 
El gobierno tardo una semana en leer el enojo ciudadano, pero al mejor estilo del volantazo que dieron con el Papa Francisco ahora todos están asegurando que es un evidente caso de asesinato y la arquitecta egipcia hasta se atrevió a dar sus apreciaciones vía Facebook, porque vía oficinal ¡ni pío…! El luto oficial por el presidente Chavez (que no es argentino, por si algún K no esta enterado) o por los artistas afines, brilla por su ausencia ante el asesinato de un fiscal de la Nación que, detalle no menor, había solicitado indagación a la señora presidente por encubrimiento y su relación con terroristas iraníes.
Poco falta para que los cínicos que nos gobiernan hagan la gran Massa (que al fin y al cabo es uno de ellos) y pretendan también ser querellantes en la causa. Cualquier cosa puede pasar en la Argentina de hoy… Nisman no es el primer muerto, pero el disparo mudo que no escucharon los vecinos de Le Park retumba en todos los argentino. Sabemos que como vaticinó Cerati, “otro crimen quedará sin resolver”; la única incógnita parece ser “¿Quién es el próximo?” porque con el doctor Nisman nos han quitado lo poco que nos quedaba de República.

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