lunes, 27 de septiembre de 2010

Ópera "Orfeo y Eurídice", Teatro del Globo

Por Mariana Fracassi Lazzarini
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http://www.laculturanacional.com.ar/index.php/Orfeo_y_Eur%C3%ADdice,_Teatro_del_Globo_2010_-_Comentario
Imagen: Diario La Nación

A la breve temporada lírica ofrecida por los teatros oficiales, las compañías independientes hacen un gran aporte (y esfuerzo) sumando títulos que además de ampliar la oferta nos permiten disfrutar de otras propuestas y artistas. El Ensamble Lírico Orquestal bajo la dirección del maestro Gustavo Codina es una de las instituciones que trabajan en la producción independiente de obras líricas, corales y conciertos de cámara.

Acaba de presentar con gran repercusión de público la ópera “Orfeo y Eurídice” de Christoph Willibald Gluck en el Teatro del Globo. Se opto por la versión francesa de 1774. Cabe recordar que la obra, cuyo nombre original es “Orfeo ed Euridice” fue estrenada en el Teatro de la corte de Viena el 5 de octubre de 1762 en su versión italiana con libreto de Raniero de Calzabigi, pero el compositor notó que su obra no había sido entendida. Años más tarde, y luego de haber operado varios cambios en ella, Gluck la reestrena en París. Ésta versión de “Orphée et Eurydice” es en francés y tiene libreto de Pierre-Louis Moline basado en el original italiano con modificaciones. Fue esta segunda versión la elegida por el Ensamble Lírico Orquestal para su puesta, siguiendo la que había realizado en 2006 por Marga Niec, en esta ocasión con dirección escénica de Yamil Ostrovsky.

Hay que señalar que “Orfeo y Eurídice” de Gluck inaugura la “ópera moderna”. El aporte de Cluck lo detalla de manera muy simple Marco Carrión en la Web de la Ópera, dice que el compositor “introdujo trascendentales modificaciones al género, porque como la ópera es un delicado equilibrio entre palabras, música y teatro, ese equilibrio siempre puede alterarse a favor de uno de los tres; de allí que siempre ha habido personas que consideraron la necesidad de hacer alguna reforma. Él reaccionó contra la predominancia musical de los cantantes brillantes, contra su excesiva ornamentación musical y sus exhibiciones. Trató de que el lenguaje, la poesía y la acción dramática de la ópera reflejaran una vez más la simplicidad y el poder de la tragedia griega.” Evitando todo personaje secundario y relato paralelo, la historia de “Orfeo y Eurídice” se narra utilizando tres solistas y un coro, y éstos a la vez interactúan con la orquesta, evitando la superioridad de alguno de ellos.

La puesta presentada por el Ensamble Lírico Orquestal sigue la línea del compositor alemán. La elección de la caja negra con pantalla blanca en el fondo y mínimos elementos escenográficos, y un vestuario que tiene como base el negro con elementos en el mismo color para los solistas y túnicas de colores para los diferentes momentos del coro fue el marco sobrio y austero en el que brilló la belleza de las voces y la orquesta.

Sin entrar en especificaciones técnicas que están fuera de mi idoneidad, quiero mencionar que el tenor Sebastián Russo en el papel de Orfeo, la soprano Andrea Maragno en el de Aurídice y el contratenor Damián Ramírez en el de Amor tienen voces bellísimas y han interpretado sus partes de manera maravillosa. El coro juega el rol de cuarto personaje, y su calidad es del mismo nivel que los solistas. La orquesta, aún cuando estuviera desparramada entre los palcos y la primera fila, a falta de fosa en el teatro, llevó adelante también un papel impecable.

Es de destacar que una producción independiente logre una puesta de tan buen nivel, y sabiendo el esfuerzo que es llevar a cabo tal empresa, se agradece el esfuerzo y disfruta del resultado. Sólo tengo una acotación para hacer, en cuanto a dirección de actores, por momentos los solistas realizaban traslados innecesarios y hasta contrarios al relato. Se puede cantar toda una parte en un mismo lugar, es más, en determinado momento hay que hacerlo. Muerta Eurídice por segunda vez, hubiera tenido más peso dramático si Orfeo cantara su parte a su lado en lugar de ir y volver a ella continuamente. Por otros momentos, y esto es hilando muy fino, los solistas no dominaban sus movimientos, algo que se notó sobre todo porque no sabían qué hacer con sus manos y brazos. Éstos representan un problema para los cantantes que en una puesta de ópera debe ser dirigido porque lo instintivo es revolotearlos sin sentido. Esto falto, aunque no al extremo de ser molesto para el espectador y seguramente algunos no lo hayan siquiera notado, porque en general la puesta ha sido muy buena.

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